Breve historia del granizado
Aunque fueron los chinos los primeros en popularizar eso de mezclar la fruta con nieve y leche, no son los inventores del granizado. Ya en la Biblia existen referencias anteriores con unos versículos sobre el Rey Salomón donde se cita a “el refresco de la nieve en los días de las cosechas”.
Tanto en la Mesopotamia del 1800 a.C. como en la Grecia del siglo V a.C. se tenía la costumbre de consumir hielo mezclado con zumos de fruta y endulzado con miel. Hasta el mismo Hipócrates, el padre de la medicina, aconsejaba “tomar bebidas heladas no puede hacer bien al cuerpo calentado por altas temperaturas”.
Ya en el siglo VIII, los árabes introdujeron en la península Ibérica la costumbre de consumir nieve mezclada con zumos de fruta, miel y aromas. De hecho, es probable que la palabra sorbete proceda del árabe “sharbét” o del turco “chorbet”.
Siglos después, en 1550, el doctor Blas de Villafranca inventó la forma de congelar la crema, a base de añadir sal a hielo troceado. Se dio cuenta de que colocando la crema en un recipiente con trozos de hielo con sal se obtenía rápidamente el punto de congelación de la crema. Además, mezclando la fruta directamente con el hielo consiguió el granizado.
La máquina para hacer helados se inventó a la par de la aparición del primer Café de París, ambos de la mano de la misma persona. Francesco Procopio Coltelli consiguió la técnica necesaria para hacer helados, con una maquina que mecánicamente conseguía uniformizar la fruta, el hielo y el azúcar en una masa homogénea. Posteriormente, el rey Luís XIV le concedió unas licencias reales especiales para la elaboración de “aguas heladas” con fruta, flores de anís, canela, limón, flores de naranjo, fresas y cremas heladas.